La próxima burbuja: la deuda estudiantil

El sistema de educación universitario estadounidense es uno de los más caros del mundo, este hecho, unido a los recortes en los presupuestos promovidos por el Estado, hacen que los estudiantes se vean obligados a solicitar un cuantioso crédito a los bancos para poder sufragar sus estudios superiores. Unos estudios superiores que presumiblemente les permitirán estar debidamente cualificados para acceder a un empleo bien remunerado con el que podrán devolver el crédito generado.

Pero las cosas han cambiado: por un lado el precio de las matrículas ha ido aumentando exponencialmente estos últimos años mientras que la disponibilidad de empleo cualificado se ha ido reduciendo de manera alarmante (la tasa de desempleo para los jóvenes entre 25 y 34 años es  del 8,7%, febrero de 2012, Oficina de Estadísticas Laborales de Estados Unidos).

La conjunción de estos elementos nos hace encontrarnos con el siguiente panorama: miles de jóvenes estadounidenses (un 70% de los graduados) endeudados hasta las cejas y que son incapaces de devolver el crédito ya que sólo tienen acceso a trabajados no cualificados  (el 37,8% de los graduados universitarios que han conseguido un empleo) donde la oferta de trabajadores supera ampliamente la demanda reduciendo así el salario percibido.

 

El problema no es sólo humano, con miles de estudiantes con una y dos carreras trabajando en el Starbucks y destinando la mayor parte de su sueldo a pagar la deuda contraída (26.600$ de media), si no que afecta a la economía en su conjunto. Al no poder pagar la deuda los estudiantes, los bancos se encuentran con que han prestado millones de euros en forma de créditos de alto riesgo, lo que viene siendo un activo tóxico, con lo que la confianza de que realmente cobren lo acordado es baja, por lo que aumentan los intereses y requisitos para los nuevos créditos. Si los bancos se niegan a declarar estos activos tóxicos y valorarlos a la baja, nos encontraremos con una situación muy similar a la vivida con las hipotecas subprime, que ha causa la actual crisis en la que nos encontramos.

A día de hoy la deuda generada por los créditos estudiantiles en EE.UU. debida a un 11% de morosidad llega a los US$110.000 millones (Banco de la Reserva Federal de Nueva York y Departamento de Educación de EE.UU.), y se ha cuadruplicado en estos últimos nueve años. Además, en este cálculo no se tienen en cuentan las solicitudes de postergación o acuerdos de reducción en los pagos, por lo que la cifra de morosidad real se encontraría entorno al 20%. El problema es tal, que la deuda estudiantil supera ampliamente la deuda de tarjetas de crédito en la actualidad:

Gráfica comparativa de las deudas estudiantiles y de tarjetas de crédito en EE.UU. (2003-2012)

Gráfica comparativa de las deudas estudiantiles y de tarjetas de crédito en EE.UU. (2003-2012)

Nuestra única esperanza es que en la actualidad el mercado de prestamos estudiantiles es diez veces menor que el de las hipotecas residenciales por lo que, con las adecuadas políticas económicas, aún estamos a tiempo de evitar una nueva crisis. Pero claro, EE.UU. sostiene un déficit presupuestario de US$120.000 millones y aunque hemos evitado una debacle de recortes al no haber salido elegido como presidente Mitt Romney no es menos cierto que Barack Obama no parece muy dispuesto a afrontar este problema teniendo en cuenta la situación económica actual en EE.UU.

En Europa llevamos el mismo camino, aumentando las tasas universitaria y recortando presupuestos, dando pie a aberraciones como ésta. Luego la burbuja estallará y todos dirán que fue algo que no se vio venir. Ya, claro.